Me niego a poner una imagen de
María la del barrio
Originalmente expedida en suplementos, seis de hechos, IDW decidió reunir esta historia en un formato más accesible al ser un sólo volumen. Es, en palabras cortas, una historia del cómic hecha en formato cómic; un punto de vista novedoso si tomamos en cuenta que la mayoría de las historias de cómic se limitan a usar una confección que entremezcla la imagen, la historieta en ejemplos y la escritura sin llegar a ser predominante en uno de los tres ámbitos. Es más amigable, divertido y atractivo. Si bien no estoy de acuerdo con cómo definen cómic, elementos vaudevillescos y diálogo que no toma en cuenta la transición del tiempo, el rigor histórico que manejan es único y ayuda a descubrir muchos elementos que la gente no conoce de la historia americana de la historieta --que no, no es gringocentrista sino que se encuentra elementos en diferentes países aunque el libro quiera fijar su nacimiento en Estados Unidos--
Así, Fred Van Lente y Ryan Dunlavey atacan muchos de los mitos existentes en los cómics y arreglan muchas cosas. Construyen una columna vertebral que nos ayuda a entender todas las tendencias de temáticas diferentes en las historietas: superhéroes, de amor, criminales, historieta negra; todas tienen su genésis en cierto modo en Estados Unidos y es reflejado por capítulos cómodos y accesibles. Si bien a ratos la historia de este arte nos parece inconexo, el libro logra darle continuidad y no volverlo más un embrollo.
Pero lo que me parece más importante son los hitos que el libro aborda sin ninguna discreción, aquellos de los cuales la gente teme hablar. Los conflictos entre creativos, las tretas sucias de las compañías de cómics que decimos amar, el maltrato a los creadores y cómo nuestros ídolos tuvieron que sortear todo tipo de dificultades para lograr lo que querían.
Un caso especial es Jack Kirby, que se nota los autores tienen una gigantesca devoción por él. Y con razón, Kirby, como Raúl lo dice en la redacción cada diez minutos, fue uno de los autores más vilipendiados por la historia del cómic americano. Es bueno saber es valorado como debe de ser. También cómo se retribuyen los verdaderos creadores su realidad, Bill Finger contra Bob Kane vienen a la mente. De este modo, no es sólo una historia de los cómics sino una defensa de la realidad misma que no es respetada por los consorcios como Marvel y DC. Los creadores fueron tratados en cierto punto como miembros de una sweatshop y eso no se puede negar.
Hay capítulos dedicados en pequeña medida a los mercados más conocidos fuera del estadounidense que son el francés y el japonés. Aquí hacen reverencia a los dos más grandes de los respectivos países: Hergé con tin tin (se pronuncia tan tan) y Osamu Tezuka con todas sus creaciones. Fuera de ellos, no se estudian con detenimiento los otros géneros pero no se puede pedir universalidad del libro que de por sí ya incluye en sus páginas el fenómeno del webcómic. y un repaso al infame código de censura que existió en América.
De este modo, The comic book history of comic books es un valioso documento histórico y hasta ideológicoy...bueno, no puedo dejar de pensar que Eduardo ve María la del barrio. Sé que está de vacaciones en la escuela pero...maldita sea.Recuerden Nuestra convocatoria para colaboradores sigue abierta. No hemos contestaado correos pero pueden estar seguros leemos lo que nos mandan.
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