El santos: las guarradas adaptables al lenguaje del cómic.
No hay nada como lo controversial para ganar el gusto del público. El amarillismo no puede quejarse de la cantidad de periódicos que vende a diario, y ciertamente las películas saltan sobre cualquier tema controversial o sexual cuyas ramificaciones morales garanticen una gran ganancia. Lo controversial vende. Un cómic venderá el doble si dice palabras obscenas, el triple si salen senos o protuberantes miembros. Se debe aceptar. El hombre ama lo controversial.
En lo controversial, entonces, encontramos a un gran campeón. A dos autores sin miedo a llenar de mecos la página de dibujo o mostrar a su protagonista mordiéndole una chichi a su contrincante. En términos cuantitativos, aquellos basados en gráficas y líneas ascendentes y descendentes, El cómic de Jis y Trino, como dirían ellos, se vuela la pinche barda.
Vergas exultantes, Mujeres desnudas, orgías interespecies, Gamborimbos con vida propia, parodia de luchador tras luchador, y personajes de un periódico donde se publicaba la tira. ¿Acaso se puede violentar más algo? La cruzada de estos autores por elevar el asco o desmadre de sus lectores nunca encontró un límite. Ni siquiera la censura los detenía. Eran fieles a sí mismos. Desde la afamada perla tapatía hasta los volúmenes de El chamuco pasando por las páginas del periódico La Jornada, un pelón y un piochón han hecho todo en sus manos para llevar al pancracio a su punto más alto, o tal vez más bajo.
Mas, uno de los aspectos más interesantes de El santos no es tanto el aspecto controversial sino el del lenguaje. Que, sí, también es controversial. Para comprenderlo, tendremos que entrar un poco en el terreno de la lengua que es donde se desarrolla este fenómeno tan interesante.
Chutamero, puqueque, gamborimbo, Chentar, Poquianchis. Todas estas palabras no son ajenas, desconocidas al oír y leerlas. Ello es por una razón, Además de las lenguas que conocemos, español, chino, japonés y francés entre otras. Existen distinciones en nuestra misma lengua, en este caso el español.
Aquí y en Cuba hablamos español, es un hecho, pero nuestro léxico, conjunto de palabras utilizadas, tiene cientos de términos no compartidos. Para nosotros, una guagua no posee significado; es, lo más cercano, algo perteneciente al reino canino. En cuba el caso es totalmente diferente, para ellos la guagua es un transporte público, palabra demasiado importante. Sin embargo, tal vez micro no les cause la misma impresión que su palabra mientras que para nosotros es una palabra acortada ya con significado y referencia propia a otro particular tipo de transporte público.
Si en dos países se encuentran cientos de diferencias, ¿qué se puede esperar del segundo idioma más hablado a lo largo del mundo y con injerencia en decena de países? El número de Academia de la lengua de las mismas superar las quince, mostrándonos que no es suficiente un solo organismo para normar el habla de un grupo tan grande como es el de los hablantes hispanos.
Siguiendo esta noción de diferenciación del lenguaje, encontramos diferencias no solo a nivel de nación o territorio. Dentro de los mismos países existen diferencias de importancia. El léxico sigue este proceso y conforma dialectos, craso error el llamar a las lenguas indígenas dialectos pues no lo son, como lo serían el dialecto de Sonora, el de Tlaxcala, El de San Luis Potosí y así; cada uno con palabras ajenas o con diferente significado. En donde se demerita a una cosa diciendo que está Chafa, en otro estado se referirán a la misma característica con la palabra Sarra y en otro estado llegarán a decirle Barra. Todo esto sin olvidar la paupérrima calidad del objeto.
De esa manera, estas palabras más especializadas que caracterizan a grandes grupos que cubren importantes extensión, se van empequeñeciendo y se encuentran léxicos exclusivos de pueblos, provincias o incluso personas. Pero así como hay diferencias en el léxico, por la extensión o por el lugar donde uno viva, haciendo grupos de hablantes cada vez más pequeños, también se encuentran diferencias por el estrato social.
Las diferencias encontradas en los aspectos sociales varían entre una gran cantidad de razones. Puede ser el contacto con un estímulo idéntico, la televisión o cierto programa; la influencia directa de una persona con gran importancia en la lengua a los ojos del grupo de hablantes, llamado prestigio lingüístico; o el simple hecho de tener palabras especiales para diferenciar grupos de amigos, todas ellas tienden a crear un léxico cada vez más especializado, el cual no es entendido por hablantes externos al grupo. Numerosas veces el grupo así lo quiere. Los ladrones o ciertos oficios llamados de estrato bajo buscan este efecto y expulsan de este manera a elementos indeseados. Es una especie de violencia pacífica; violencia lingüística que dice tanto con el simple hecho de no tener comprensión.
Las posibilidades se van reduciendo cada vez más y llegan a grupos ínfimamente pequeños comparados con los grandes grupos antes descritos, lo cual no dice que no pertenezcan a los grandes grupos de país y provincia, sin embargo. Estos llegan a ser grupos que no rebasan el ciento de personas, tal vez menos. Entres estos grupos consideraremos uno minúsculo, casi de broma. Uno de dos historietistas. Jis Y Trino que actúan como y entonces se le podría considerar un individuo a su historieta, con giros propios. El idiolecto del Santos.
Hay que aclarar, lo anterior es un error. Será probado en estas páginas. Las expresiones del Santos tienen, es cierto, la impresión de ser frases demasiado especializadas en su decir. Alguien externo a ellos no las entendería pues no tiene ni los referentes ni el léxico para comprenderlo, es eliminado sin más de la conversación o intercambio de información dada.
Para muestra de ello, basta tomar palabras específicas de la historieta de Jis y Trino, ya se había dicho pero vale la pena repetirlas y agregar unas: chentar, chíntrola, ñonga, Menganmbrea, Gamborimbo, Chemo, Cerote, Submarino, payo chichifo.. Todas ellas poseen un significado dentro del cómic pero son poco reconocibles al oído ajeno. No solo de la persona común sino de las personas especializadas en la lengua. Pocas de estas palabras encuentran eco en los diccionarios de español, exceptuamos el diccionario de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua pues tiene como base bibliográfica volúmenes del Santos y es obvio su lugar en el diccionario.
Usando 3 diccionarios, Diccionario del Caló mexicano, La primera Edición del Diccionario del Español Usual en Méxicano y la última edición del Diccionario de la Real Academia de la lengua, encontramos que solo encontramos 3 definiciones de treinta posibles. Chemo, Cerote y chichifo fueron los elementos encontrados en los diccionarios, cada uno en un diferente diccionario. Como vemos, la noción de lengua demasiado especializada atribuida a este cómic no escapa de la realidad pues se evadió la lengua español, el dialecto mexicano y la norma de los estratos bajos.
Mas el problema aquí encontrado no es intentar asignarles un lugar o un autor a los términos sino un extraño fenómeno: a pesar de ser palabras tan exclusivas de los autores, la tira se lee y entiende sin problemas. Los fanáticos corean y citan las mismas palabras totalmente conscientes de su significado. El hecho es que el medio del cómic permite estas libertades a Jis y a Trino sin tener que proporcionar un glosario o citar a pie de página, o viñeta, la fuente o significado de la palabra usada. El proceso aquí usado es muy sencillo pues es un fiel reflejo de otro, el mecanismo del lenguaje.
Cuando éramos pequeños, siempre se nos enseñaba un pequeño diagrama ilustrando un mecanismo sencillo: el acto del diálogo. La idea era muy sencilla. Dos dibujos representando lo más fielmente a dos personas estaban sentados uno frente al otro y uno tenía unas palabras dibujadas en un rupestre globo de diálogo, emitiendo un mensaje. Otras líneas designaban la vía del mensaje. Salía del monito que lo enviaba y otra se dirigía a la otra persona; esta probablemente con un oído dibujado representando la capacidad auditiva en la cual se terminaba el diagrama. La palabra era transmitida. Así se nos enseñaba el diagrama de diálogo del lenguaje. La versión real difiere un poco pues el lenguaje no se sirve de solo esos elementos.
Para transmitir un mensaje por medio de la palabra, el lenguaje se sirve de más elementos cuya necesidad es una condición para la comprensión del mismo. Volvamos al diagrama dado. Existe alguien que emite el mensaje y otro personaje lo recibe. Hasta ahí no encontramos problema. Lo siguiente es el globo de diálogo. Aquí se presentan otros dos requisitos. El primero es el del lenguaje, es necesario un lenguaje o código común entres los dos hablantes para una exitosa comunicación. Junto a esta, encontramos la manera en qué está dicho el mensaje. Aquí juega un papel importante su manera de construcción pues afecta la recepción tenida por la persona escuchando el mensaje.
El siguiente es un contexto, un referente del cual pueda asirse el mensaje para complementar su significado. Si se habla de la última película en cartelera, se debe conocer tener un referente a ello para comprenderlo. El cumplimiento de estas funciones, aumentado el original número, aseguran una exitosa comunicación. Sin ellas, el mensaje no es obtenido o concretado.
Habrá que recordar, antes de proseguir, los mecanismos de este diagrama del lenguaje poseen la capacidad de ser extrapolados. Sus funciones también son aplicables para otro tipo de expresiones, casi siempre las artísticas. Es una obviedad señalar la literatura, la pintura también pide requerimientos para poder comunicar su mensaje al espectador: conocimiento, referencias y un código común a los dos. De la misma manera la escultura posee sus requerimientos para formar un vínculo de comunicación. Muchas veces, sin embargo, las condiciones no son cumplidas y el mensaje se pierde irremediablemente. Razón por la cual encontramos con frecuencia rostros anonadados en exposiciones de arte o en lugares turísticos famosos por sus construcciones y esculturas artísticas.
El lenguaje del cómic también posee requerimientos necesarios para concretar la transmisión de la información deseada. Al depender de imágenes y palabras entre los recursos de su expresión, no obstante, la compresión y disección del mismo es menos complejo y más afín al lenguaje con su sistema ya descrito. Aquí comienza la extraordinaria capacidad del Santos para incluir giros novedosos del lenguaje en su historieta y poder salirse con la suya. Un proceso auspiciado por sus características especiales de cómic.
El diagrama ilustrado del lenguaje quedaría trastocado. Su primera instancias, dos personas comunicándose, es cambiado a una persona leyendo la tira cómica, siendo la segunda la que expresa el mensaje hacia el primero. El mensaje es codificado por el lenguaje de relación de guiños y secuencias usado en el cómic arte secuencial y éste se encuentra organizado por la función constructora del mensaje antes descrito; si no es efectivo, la idea no llegará al hablante. Finalmente, y el elemento más importante para el efecto que se busca describir aquí, está el contexto cuya aparición puede ser de diferentes formas, Puede ser un contexto sugerido por los espacios en blanco de la tira o un contexto o referente totalmente sujeto a tierra y mostrado en la imagen del cómic. La historieta transcurre en los barrios bajos de Berlín por lo que las viñetas mostrarán un Berlín de esa manera.
Pero, falta un efecto aquí. Más patente en las expresiones artísticas que en el lenguaje. No se puede mostrar en un diagrama pues se infiere cuando las personas se comunican. Nos referimos al hecho de buscar intercambiar información útil. El habla de las personas, después de todo, siempre ha tenido detrás de sí tal principio fundamental.
En las expresiones artísticas existe el interés de intercambiar información pero lo encontramos manifestado de otra manera. Se podría denominar como un acuerdo implícito, un reconocimiento del propósito. Es, en pocas palabras, creer en el hecho. De acuerdo con el pensamiento lógico, es imposible que una persona posea los poderes de Superman o exista una ciudad llena de obreros explotados debajo de una bulliciosa metrópolis; Nosotros lo sabemos, estos desarrollos serían imposible pero aun así los aceptamos. Los aceptamos incluso con todo y su modo de expresión dentro de ellos. Aceptamos los límites del cine a ser una pantalla gigante, así como aceptamos los límites de una escultura. Una suspensión de pensamiento escéptico. De este modo entramos en sincronía con la expresión y ésta puede funcionar. Después de una vez descrito el método de acción podemos proceder a describir la acción del cómic para introducir sus términos ajenos al hablante.
Un fiel lector se encuentra leyendo la historieta. Ha aceptado el canal de comunicación y se encuentra inmerso en el diálogo con la misma. Al leer la secuencia en la cual El cabo le comunica al Santos el ataque del Peyote Asesino a la ciudad y éste suelta la frase “ahorita me lo chento” mientras se lanza a correr y termina cayendo con un furioso golpe al Peyote Asesino gritando o casi aullando “Órale, hijo de su bomba madre!”, La palabra chentar gana significado, la comunicación se establece por medio del contexto, el Santos en acción y la palabra chentar siendo ejecutada mientras tiene un amplio campo de referencia, la viñeta en sí misma. En pocas palabras, el cómic tiene la posibilidad de incluir activamente en su lenguaje nuevos giros por esta posibilidad del lenguaje del cómic como un actualizador constante de contexto y forma.
Señalar la capacidad del lenguaje que posee el Santos en su historieta no es atribuirlo exclusivamente a él pero sí se reconoce la capacidad del cómic como un medio de expresión y rápido en su acción de transmitir su mensaje, en esta ocasión una nueva palabra con un significado muy exclusivo de un pelón y un piochón de la perla tapatía. La prueba de ello son los fanáticos de El Santos, conocen a cabalidad los términos antes descritos y los usan ya en su manera de hablar cotidiana, no todos claro, pues lo controversial del asunto surge.
La riqueza en palabras del Santos es uno de tantos fenómenos posibles de señalar y describir en el Santos. Como cómic es en medida interesante, es innegable pero el mismo Jis y Trino poseen una reticencia a pensar en ello. Nadie mejor que su personaje insignia para demostrarlo, uno sin pelos en la lengua para demostrarlo.
Es en uno de los grandes episodios del Santos, esos que ganaron dotaciones de colores jungla en Pihuamo o lugares lejanos, en el cual el Santos tiene una especie de “hot-line” a la cual pueden hablar sus admiradores para preguntar dudas o simplemente conocer a su estrella.
En una de ellas, una viñeta aparte, un estereotipo de maestro le pregunta al Santos, lo citaré con las palabras exactas: “Sí, mira Santos, Soy catedrático de la UNAM y quisiera preguntarte lo siguiente: ¿Cuál es tu papel como comunicador y tu función social en los medios masivos?” El Santos responde lacónicamente: “no mames”.
A fin de cuentas, así se mueven los elementos controversiales, escapando a la clasificación posible. El Santos se niega a todo análisis erudito e incluso invade con su irreverencia al que intenta hacerlo.
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