Es horrible cuando me retraso por diversas cosas en la actualización del sitio porque debo regresar a leer mis inéditos y es un horror enfrentarme con ellos; un horror se los digo. Pero es hora de eso otra vez. Otro inédito del libro nunca publicado en Desde el globo.
El sexy editor se disculpa con esta nueva imagen suya
En el 2010 hubo un acontecimiento gigantesco para el mundo surrealista en la Ciudad de México: dentro del Museo Nacional del Arte se inauguró una exposición de uno de los artistas más representativos del tumultuoso mundo vanguardista, Max Ernst.
La exposición en cuestión constaba de una sola obra del artista, la célebre Una semana de bondad, Une Semaine de Bonté. Los collages originales formados por Ernst eran mostrados en las paredes del Museo Nacional del Arte y uno podía pasearse a sus anchas por la sala. El proyecto fue muy bien recibido entre el público y la acogida fue tal que su permanencia fue extendida dentro del recinto.
Se debe resaltar la extraordinaria tarea de los que hicieron las gestiones necesarias para lograr lo anterior pero existe otro aspecto maravillosamente conseguido durante la exposición. Uno siempre minorizado e ignorado, la curaduría. Claro, cuando la tarea de un curador es perfecta no es perceptible para el espectador. Éste se deja llevar por la exposición sin más, la disposición de contenidos y las obras deben fluir como agua, sin retardar ni confundir a los espectadores.
El acierto de la curaduría en La exposición de Ernst se encuentra ligado íntimamente con la naturaleza de la obra. Una semana de bondad se encuentra organizada por 184 collages dispuesto por distintos libros, cinco en total, cada uno conteniendo por sí mismo un día, con la excepción del libro que contiene Jueves Viernes y sábado.
El modo de creación de Ernst es novedosa: usando folletos, literatura ilustrada de poca calidad y notas amarillistas —una comparación de la “literatura” usada sería con las ilustraciones de folletos realizados por José Guadalupe Posada— recortaba elementos discordes de estos folletos y realizaba sus propias creaciones pegando elementos afines a su creación pero totalmente discordantes entre ellos. A Ernst esto parecía no importarle e incluso parecía divertirlo; era, recordemos, un gran surrealista.
El uso de collage ayudó a forjar el paisaje surrealista por el que es conocido Ernst y cimentó una poética de lo sobrenatural y simbólico en sus obras. Desde cabezas de pascuas, mujeres aladas y hombres con cabeza de león, Una semana de Bondad resalta por sus elementos dispares a primera vista, con esto nos referimos a la situación no a la elaboración; la técnica de Ernst era tan perfecta que no se notaba la naturaleza de recorte de sus imágenes.
Las imágenes, dispuestas una después de otra, con título y un epígrafe al principio de cada cuaderno, conformaron la obra del surrealista la cual ha recibido diversos nombres desde “un bello poema” hasta “novela narrada”. La razón de lo anterior es, fuera del epígrafe y títulos, la palpable falta de palabras en esta obra.
Asimismo, Ernst elaboró más obra de esta índole como La mujer 100 cabezas y Sueño de una niña que quiso entrar en el Carmelo no obstante, estas obras no fueron expuestas en México al mismo tiempo que Una semana de bondad y por ello, serán obviadas aquí.
El método de exposición en el Museo Nacional del Arte fue sencillo. Los collages originales fueron dispuestos uno tras otro en una larga línea en los muros de la exposición. Cada día era diferenciado por una larga barra de color detrás de los collages, un color para cada día y una explicación por cada cuaderno. El tamaño de los collages, pequeños, permitía pasar de uno a otro con relativa rapidez y la guía de colores ayudaba a seguir el día preferido.
La facilidad de la visión de la obra habla muy bien de la curaduría pero, tal vez sin darse cuenta, el mismo museo mostró una gran característica de esta obra y develó la naturaleza de la expresión del autor en Una semana de bondad: La secuencia.
Al caminar y conectar por medio del color los collages uno por otro encontramos el ensamble de distintos collages como una sucesión de acciones o imágenes con una unión más allá de lo abstracto; se muestra un pequeño hilo expresivo en las imágenes. Por ello se le ha llamado novela narrativa a la obra, la manera de hilar las imágenes se relaciona con una narración, no obstante este modo de expresión posee un nombre determinado. La exposición de Max Ernst nos revela la realidad de Una semana de Bondad como un cómic en forma.
Resulta difícil llamarlo, sin embargo, un proto-cómic pues en la época de su publicación, ya existía una industria del cómic pero es una excelente muestra de la historieta como una expresión legítima; no es deleznable ni nada parecido. Es un medio legítimo de comunicar sentimientos e historias. La poligénesis, esto es diversos nacimientos en diferentes lugares y tiempos indeterminados, de la misma expresión nos habla de su capacidad latente para ser un transporte de ideas. Al día de hoy, la obra de Ernst es una reconocida influencia del cómic y se considera un artista completo en los círculos teóricos aunque otros sectores de la población desconozcan esto --aspecto que necesita cambiar. La curaduría del Ernst para esta exposición logró un avance en la historia de los cómics en México, simplemente se le debe dar historia a ese cambio para ser reconocido por la gente.
Aún más, la exposición hace aparecer dos preguntas importantísimas en el medio de los cómics. Las dos relativas al mismo aspecto. Ésta es sobre la pertenencia del cómic en el papel y al dibujo. Los collages de Ernst fueron diseñados para ser impresos en papel, cierto, pero la exposición muestra que un medio de expresión como la secuencia o cómic puede existir en diferentes ambientes, no solo en el papel. La pregunta es cuáles medios de elaboración pueden usar la expresión para llevar a cabo su finalidad de comunicar un mensaje.
Hasta ahora el papel ha sido el típicamente elegido y siempre se ha relacionado con este el medio de la historieta pero encontramos que la secuencia es un medio cuyo potencial va mucho más allá. La secuencia tiene la capacidad de usar como medio diferentes objetos o superficies.
Las exposiciones de fotografías secuenciadas entre sí, el graffiti, el método de hipertexto de internet, los folletos satíricos de indicaciones aeronaúticas o automovilísticas, el lenguaje secuencial posee miras las cuales aun no han sido exploradas o a las cuales no se les ha puesto la debida atención, sea la de personajes especializados o personas con conocimientos cotidianos.
Así como la escultura puede ver rasgos suyos en la ingeniería industrial, la industria de los juguetes se encuentra con el concepto de ergonomía y además volvemos a descubrir la literatura dentro de la tradición oral y las construcciones verdes se hallan en la arquitectura, el arte secuencial o cómic debe analizar los medios en los cuales puede encontrar su lenguaje.
De la misma manera que la exposición de Max Ernst dio pistas del lenguaje del cómic, se deben analizar expresiones poco analizadas hasta ahora y encontrar si tienen o no la naturaleza del arte secuencial o no dentro de ellas. Como se mencionó antes, una serie de fotografías secuenciadas puede al mismo tiempo pertenecer a la fotografía y al cómic en dos grados diferentes.
Tendría que determinarse la naturaleza de la obra en cuestión y si posee o no dentro de sí una secuencia. Por ejemplo, las foto-novelas; estamos seguros de que pertenecen a la expresión secuencial pero cuál es el lugar de un estudio de diferentes fotos. ¿Están deliberadamente formadas a partir de una secuencia o son simples extractos de otro elemento mayor sin relación secuencial sino conceptual o de tema?
La secuencia es un elemento constantemente pasado por alto para explicar distintos fenómenos de expresión. Tomar como ejemplo la reconfiguración de Max Ernst en una exposición donde se encuentran comprobadas las secuencias dentro de Una semana de Bondad, constituye un avance para usar las instancias del cómic no como un divertimento sino como un armazón teórico para explicar expresiones del ser humano sin análisis previo.
La segunda pregunta relativa al cómic lanzada por la curaduría en la obra de Max Ernst es sobre la definición de los medios donde se manifiesta el cómic, el periódico y la revista. No es esto un ataque o intento de redefinición del concepto de mass media o medios masivos pero sí la pregunta de la pertenencia de un público masivo a la definición del arte secuencial.
Si tomamos el arte secuencial como una expresión válida para transmitir mensajes, tendremos que estudiar la capacidad de medio masivo que puede o no poseer. Al ser capaz de expresarse en diferentes lugares encontramos que la característica de masivo no es sino una cualidad de los medios donde aparece, el periódicos y la revista, y no de la expresión, la historieta.
El auge y expansión del cómic vino de mano de medios como los periódicos. Recordemos la relación del magnate de imprenta Hearst con obras como The Yellow kid, que más tarde también migrarían al formato de revistas donde se imprimieron volúmenes hechos exclusivamente de historietas. Fiel a su origen, todavía el día de hoy encontramos periódicos y revistas con historietas. La historieta tiene una larga historia compartida con los medios masivos, eso es innegable; todavía hoy se encuentran miles de cómic en el medio masivo más nuevo, el internet.
Esta historia en donde el cómic y los medios masivos se encuentran tan cerca hace entender por qué a la historieta se le ha llegado a distinguir con la capacidad de ser masivo amén de su facilidad de comprensión. Muchas veces el idioma no es obstáculo para comprender un cómic.
Mas la imprecisión de masivo debe ser corregida, puede existir una historieta sin la característica de ser masivo inherente en ella. El fin de toda expresión es la comunicación, hacer llegar un mensaje determinado a un público, sea grande o pequeño.
La naturaleza de la comunicación masiva es importante pero en un mundo donde la masividad cada vez es más permanente, el mismo medio celular puede funcionar como un medio masivo para los medios de noticias por medio de un mensaje de texto, nos damos cuenta del verdadero aspecto de la masividad para la comunicación. Es accesoria. Al menos en el aspecto del lenguaje, todas sus demás contribuciones no son afectadas. La comunicación se realiza haya o no un determinado número de hablantes; sea un grupo pequeño o grande.
Con base en ello, podemos desnudar de la característica de masivo al cómic y simplemente usarlo como un medio de expresión más. Lo anterior nos permitirá delinear diferentes obras que explotan el medio secuencial sin restringirlas y permitir encontrar todos sus fenómenos. Tal vez una historieta sí juegue con el aspecto masivo de los medios pero ello no significa buscar esta cualidad en todas las historietas. De este modo, eludiremos los espinosos debates ideológicos sobrentendidos en historietas con una gran distribución.
La curaduría de Max Ernst fue perfecta. Reflejó los deseos originales del autor así como al mismo tiempo mostró los procedimientos usados por el autor para realizar sus collages y mostró la naturaleza expresiva de la obra: la del arte secuencial o historieta, o cómic.
También ayudó a dos reflexiones sobre la expresión del cómic en general. Sobre su medio donde se realiza y la característica de masivo como algo no inherente al arte. Finalmente, la obra de Ernst es surrealista en su totalidad. Miles de significados y reflexiones saltando de un objeto que al parecer no hace sino ser un reino caótico sin significado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario