15.9.12

El Hidalgo de Magú

Questo, quelotro, que nacionalistas, que abajo el imperio,que qué rico el pozole... en fin, ahí les va un ensayo del Hidalgo de Magú que siempre sale por estas fechas.


El Hidalgo de Magú: Cambiando la identidad.


Magú dibuja horrible. No hay más. Se podría escribir de mil maneras pero sería la misma oración. Existen, del mismo modo miles de defensas contra esto: estilo personal, poética de lo grotesco, estética de lo horrible; todo nulo, hay que aceptarlo, Magú dibuja horrible. Aunque dibujar horrible no es una seña de ser un mal historietista.
    Uno de los colaboradores más fieles y viejos de La Jornada, Magú es tan conocido dentro de ella al grado de ser existir un personaje tributo a él en otra conocida historieta del periódico, El Santos. Sus cartones e historietas han acompañado mucho tiempo al periódico y han contenido desde Salinas, pasando por la mascota oficial de los moneros del periódico Fidel Velázquez, hasta Calderón. La lectura de sus cartones son un testamento de la política en México. A pesar de su dibujo, en la actualidad es difícil llamar a alguien más que Magú el caricaturista de los políticos; son su principal inspiración.

     La larga carrera de Magú lo ha hecho participar en diversos suplementos del periódico y aparecer en las compilaciones hechas por su editorial, Moneros de La Jornada. Además, ha creado personajes eventuales girando alrededor de diversas épocas del año, lo cual ha traído su aparición como personajes constantes.  Estos han sido incluso elegidos para ser integrados en dos libros, Uno centrado en sus personajes navideños, los Guajolotes, y otro concentrado en un aspecto más diferente, el patrio.
     Magú utiliza a Miguel Hidalgo y Costilla, el ya conocido padre de la patria, como un elemento recurrente cuando se aproxima el día de la independencia en México; esto siguió por varios años y dio lugar al libro del que deseamos hablar ahora: El cura Hidalgo, Diez balcones y una balconeada.
     Antes de argumentar a Magú como caricaturista debemos plantearnos que Magú hace caricatura del mismo modo que hace historieta, existe una línea muy fina entre las dos, el añadido de una viñeta nos revela una secuencia o sucesión, efectivamente volviendo el cartón una historieta.
     Mas son discusiones estériles en cierto punto. Se podrían analizar con base en teoría complicada y buscar la secuencia en una sola viñeta pero no es el efecto buscado aquí. Al final de todo, Magú se ayuda del mismo modo del cartón, como se le llama comúnmente a la viñeta caricaturizada sin secuencia en México, que de la historieta, la sucesión de imágenes en este caso.
     La organización del libro de Hidalgo es algo complicada, en su estructura, no es lectura Per se. Habrá que darse cuenta sobre algo: Magú no es el único autor del libro, junto con él se anexan varios extractos del historiador y figura nacional Lucas Alamán; dando una nueva perspectiva al Héroe Patrio.
     Finalmente,el libro se encuentra aderezado con apariciones del resto del inseparable grupo de moneros de La Jornada. Todos ellos hacen su aparición, en mayor o menor medida dentro del libro, mostrando camaradería— sus contribuciones son viñetas dibujadas por ellos girando alrededor del Padre de la patria, ad hoc con el tema del libro.

     El hidalgo de Magú no es la mítica figura nacional, por supuesto. Siguiendo con la línea de caricaturista político de su autor, nuestro ícono patrio se vuelve en estas páginas un fantasma, o tal vez un ser inmortal, que relaciona los eventos modernos con sus gritos de independencia. Los errores de Zedillo, los eventos de los discursos presidenciales, los sacrílegas metidas de pata de Fox; en fin, la vida nacional siempre se encuentra conectada a su grito.
     Los políticos van y vienen para quejarse con Hidalgo siempre que se acerca el grito. Es el running gag de Magú, mezclar los episodios nacionales pasados con los horrores nacionales presentes. Por algo Hidalgo a veces llegar a parecer más tecnócrata que insurgente. Magú lleva un punto con esto, conectado con su inclusión de los pasajes de Alamán con la obra.

     Este Hidalgo es un corrector, un revisor no de su historia sino de la contemporánea. Magú busca romper con el imaginario de próceres imaginado por la gente haciendo un verdadero trabajo histórico. No mantenerse vivo por leyendas, mitos y realidades desnaturalizadas sino confrontando y apuntalando los errores de la política moderna. Por ello siempre es antepuesto contra los políticos modernos.
     Detrás de su cándido exterior de burla, Magú hace un llamado de construcción de la sociedad no sobre los hermosos paisajes pintados de nuestros héroes patrios sino la dura y verdadera realidad, a pesar lo mucho que duela.  El ataque más severo es contra los políticos, que perpetúan esta construcción y entregan una sociedad falsa e inexistente al pueblo, un castillo sobre el aire.
      Fuera de los alucines del autor con un Hidalgo moderno, con una curvilínea cantante pop en su estandarte, la crítica de Magú es igual que sus caricaturas, pesada y directa al punto. La ridiculez de sus políticos flota a la luz y hace un juego con sus insurgentes para recordarnos lecciones siempre utilizadas pero cuya lección nunca parecemos recordar. El soporte de una sociedad sobre la creación de inexistentes próceres lleno de virtudes angelicales es imposible. Habrá que razonar de otra manera la pertinencia y necesidad de una identidad individual, nacional y humana. No deseamos sea un constructo tan mal dibujado como los de Magú.


P.D.Nosotros preferimos al Magú dibujado por Trino y Jis. El que también es luchador

y, cómo no,  también el Hidalgo de ellos. Ése que independizó a México partiéndole la madre a Godzilla. A la mierda la historia oficial.



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