15.10.12

107 años de Nemo

Hoy en la mañana, a mí, como a muchos, sorprendió el doodle de Google dedicado al pequeño Nemo, la obra cumbre de Winsor McCay. Si aun no han visto el doodle, corran a verlo, yo aquí los espero.






Un tipo llamado Winsor McCay

¿Listo? ¿Qué tal? Un festival de colores e imágenes oníricas, una línea clara y bien marcada. Winsor McCay no sólo fue el dibujante de una historieta clásica e influyente, sino también un hombre adelantado a su tiempo. La experimentación con el color, la maravillosa secuencialidad de las viñetas y la complejidad de sus tramas no fueron igualadas hasta muchos años después. El cómic tuvo que seguir una evolución lenta y ordenada para acercarse de nuevo a las cimas de expresión a las que fue llevado por McCay.


Muy joven se interesó por el dibujo, comenzó haciendo caricaturas para un circo en el expansivo Detroit de finales del siglo XIX. Tal vez del contacto con ese mundo colorido, de animales exóticos y fenómenos de feria, es donde nacen las principales características de sus obras. El absurdo como condición narrativa, lo onírico, y la explosión del color llevada a los limites de la tecnología de impresión de la época. En Cincinatti trabajo en otro dime museum (llamados así por el costo de entrada) y de ahí pasó al mundo del periodismo, realizando ilustraciones para varios periódicos locales e incluso algunas veces haciendo de reportero.
Como tantos otros, en la Norteamérica de las oportunidades, comenzó con una tira cómica humilde en el periódico local (A Tale of the Jungle Imps, by Felix Fiddle), con la particularidad de ser a todo color y de pagina completa. El trabajo fue tan bueno que llamó la atención del editor del New York Herald, dando comienzo a una fructífera carrera y a los clásicos sin los que el mundo del cómic y de la animación no sería como lo conocemos.




Little Sammy Sneeze, una de sus historietas más exitosas, narra la historia de un pequeño Sammy, cuyos estornudos desatan catástrofes inimaginables. El chiste era un poco averiguar siempre como el hilo de los acontecimientos podía torcerse a través de un simple estornudo. De ahí en adelante McCay va configurando una narrativa personalísima y nunca antes vista. Mucho se le ha comparado con el movimiento surrealista que surgiría en los años 20 por su exploración del absurdo y de lo onírico, exploración que llegaría a su cumbre con el susodicho  Little Nemo in Slumberland.



Como planeo hacer más adelante una reseña más bien larga sobre Nemo, baste decir que las cosas no volvieron ser iguales desde su publicación y tuvo un éxito sin precedentes. El que suscribe, producto de una generación desahuciada, conoció a Nemo en su infancia no por las tiras cómicas (por demás inconseguibles hace 20 años) sino gracias a la siempre bienvenida animación japonesa, quienes a finales de la década del 80 realizaron una adaptación al cine, bastante entretenida y que rescata el carácter general de la obra. Después vino el videojuego de NES y durante muchos años su servidor creyó que Nemo era un invento japonés. Fue en la adolescencia temprana cuando topé por primera vez con las adaptaciones que había hecho Moebius (también imperdibles) cuando supe que estaba ante algo más grande y antiguo.



Espero tratar más adelante y con detalle a Little Nemo. Por lo pronto, este post sólo intenta ser un pequeño homage a la figura de McCay, influencia reconocida por los más grandes, desde Osamu Tezuka hasta al ya mencionado Jean Giraurd.
Les dejo una serie de links para que aprecien su trabajo. El primero es una base de datos con hermosas historietas originales de Nemo. El segundo es una de las animaciones que realizó McCay, de calidad insuperable y que inspiraron en su momento a Walt Disney. El tercero, la película de 1989 dirigida por  Masami Hata y Masanori Hata.

The Comic Strip Library






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