Quince, catorce años. En la librería la Prensa de Chihuahua,
propiedad del ultracatólico y por entonces gobernador del estado
Patricio Martínez (candidato ahora senador) la obscena portada de
una historieta me guiña el ojo. Es una mujer lubrica de ojos
cerrados y boca sensual, las toscas y gruesas manos de un hombre
desconocido le introducen un dedo en la boca. Por supuesto, la
revista no contenía una advertencia en la portada así que me
apresuré a pagar por ella y correr hacia mi casa, a la habitación.
Las primeras paginas contenían una ilustración de Robert Crumb y
les seguía Squeak the mouse, una oscura, hiperviolenta y
sexplotation historieta sobre la rivalidad de un gato y un ratón que
dejan a Itchy y a Scratchy como un par de dulces y amorosos
animalitos. Sin darme cuenta me había topado con un tomo
recopilatorio de El Vibora y había abierto una puerta al punk, la
movida y el cómic undeground mundial.
El Vibora fue una de las revistas de historieta españolas más
longevas. Fue iniciada en 1979 por Josep Maria Berenguer y
apenas en 2005 se volvió inviable su publicación y desapareció. La
revista fue un símbolo de libertad y democracia, parte de la euforia
española que se liberó al terminar la dictadura. En ella publicaron
Pedro Almodovar, Nazario, Gallardo, Montesol, Martí, Alfredo Pons,y
casi todos los autores significativos del underground español,
historias llenas de sexo, violencia, reflexiones profundas, retratos
de los bajos fondos españoles, homosexualidad sin temor, rock and
roll, técnicas artísticas inusitadas, cosas francamente
experimentales e inaprensibles, o simplemente llenas de chistes
geniales como el cerdo Edmundo se va al áfrica o las aventuras de
Jack Palmer, el torpe y diminuto detective privado creación del
francés Petillon.
A
todo esto recordé aquella revista porque hace cosa de un mes murió
Josep Maria Berenguer y al enterarme de la noticia sentí una ligera
tristeza. Por supuesto que no le conocía y nunca leí nada por él
escrito, pero una dulce gratitud a su labor se quedó en mi corazón
enterrado. El fue un sobreviviente, cómo decía el slogan de El
Vibora. "Berenguer estudió Bellas Artes y en los años 60 y 70
se ganaba la vida como fotógrafo e ilustrador freelance, además de
participar en algunas exposiciones de pintura y de fotografía y de
diseñar y construir lo que él llamaba 'cúpulas geodésicas'.
Gracias a sus diversos viajes por Estados Unidos, conocía de primera
mano la cultura underground, tanto los 'comix' como la literatura de
Jack Kerouac o Allen Grinsberg. A finales de los años 70, se cruzó
con el editor de cómics Josep Toutain; ambos vivían en La Floresta
(Barcelona) y colaboraban en el boletín de la asociación de vecinos
de esta localidad, titulado 'El enterao'; Toutain escribía,
Berenguer ilustraba. Cuando Berenguer le explicó a Toutain que
quería fundar una revista de artes visuales, hablando de pintura,
ilustración, cine, fotografía y cómics, éste le respondió que le
dejaba el dinero si editaba una revista de historietas. Y así lo
hizo". Así reza la nota que editorial Cupula hizo circular unos
días después de la muerte de que era su jefe. Y la verdad es que a
Berenguer y El Vibora le debo no sólo el conocimiento de ese mundo
español que se debatia, sino también el de una gran cantidad de
autores internacionales. El Vibora publicó entre sus paginas autores
de la talla de Robert Crumb, como ya habíamos dicho, Gilbert
Shelton, franceses como Martin Veyron, italianos como es simplemente
genial Liberatore o el oscuro y poderoso Yoshihiro Tatsumi, inventor
del Gekiga, el manga
alternativo por excelencia.
Así
que descanse en paz El Víbora. Descanse en paz Berenguer. Les he
dedicado mejores puñetas de mi adolescencia, ojalá que donde quiera
que estén sepan apreciar este gesto que, de cualquier manera, sé
que no reprobrarian.
No hay comentarios:
Publicar un comentario