8.1.13

Not the Israel my parents promised

Harvey Pekar es un genio. Uno no pensaría que el adolescente del Burger King sería alguien con un futuro. Ese hombre hace algunos años era Harvey Pekar, el hombre que traería a la gran pintura del cómic la categoría de cotidiano. Nadie pensaría que algo así tendría éxito pero varias de las mejores historias del cómics se concentran en la vida cotidiana. Vaya, probablemente no existiría la serie de la tristeza en nuestro sitio de no ser por él.

Pekar volvió un arte de ir a comprar una barra de pan. Pekar documentó su día a día y sus pensamientos en historietas con distintos artistas (Pekar nunca fue dibujante, sólo guionista). Colaboró desde Robert Crumb, hasta Joe Sacco. Estiró las categorías de cómic hasta crear nuevos géneros y estétitca totalmente nuevas...y luego se murió, i guess. No soy un buen apólogo.
Desde el globo, burlándose de la muerte
de los grandes creadores del cómic.
La última obra de Pekar se completó después de su muerte y es el libro que reseñamos ahora. Es un libro de  decepción pero también de profundo análisis sobre un conflicto grave en el mundo actual. De nuevo volveremos a Israel.Esta vez de la mano de Pekar y su último dibujante J.T. Waldman. Esta vez no iremos directo a la zona de guerra como con Joe Sacco pero sí entraremos en profundidad en la creación y vida de Israel.
    En la obra de Pekar, comenzamos en una biblioteca pública y se repasa toda la historia del pueblo israelí desde tiempos muy tempranos hasta el actual. No es una historia per se sino una larga discusión del artista con Pekar  que se extiende por todo Cleveland. Los estilo de Waldman cambian para reflejar los tiempos o el arte característica pertinente. 

    Junto con esto, Pekar hace lo que hace mejor: Contar su vida. El autor nos habla de su pasado y la relación con su familia judía. Desde niño estuvo sumergido en el mundo de la religión de sus padres que apoyaban en gran medida al estado judío de reciente creación. Pekar habla de cómo Israel se fue alejando más de él y la decepción de cómo se comportaban lo decepcionó. Su juicio es duro pero no hacia los judíos sino a la violencia hacia las demás personas. Como él dice, el Israel que apoyó en un principio  no lo era más y tal vez sí existió alguna vez nada más fue en su mente. Nos muestra que muchos juicios caen al confrontarse con la realidad.
     La historia es genial en la medida que describe todo el conflicto de Israel y su historia. Además Pekar logra enjuiciar exitosamente sin repartir culpas. Es imparcial y el epílogo escrito después de su muerte (como dijimos Pekar no vivió para ver la impresión de la obra)  es memorable. 


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