“Los adultos organizan el mundo en el que los niños
y los piratas juegan. Debemos agradecerles y
compadecerlos
por lo demás. Pobres, torpes… atrapados en el
decoro, por la humillación antes las autoridades
y atormentados por los sentimientos”
(J. M. Barrie , Peter
Pan)
Estoy casi segura de que cuando J. M. Barrie escribió Peter
Pan jamás pensó que sería una historia tan famosa ni que serviría de
inspiración a tantas obras (como Peter Pank
ya reseñado aquí). En esta ocasión vamos a hablar de Peter Panzerfaust, nueva premisa de Image Comics (compañía de la cual
no tenemos que decir nada pues su trabajo habla por ella).
Durante la
invasión nazi a Francia, varios huérfanos tratan de esconderse entre los
escombros cuando una bomba cae y destroza la pared de un edificio. Asustados,
se asoman cuales perritos recién nacidos, cuando aparece frente a ellos Peter
con una sonrisa confiada y un porte elegante y sensual (¿sensual? ¡Quise decir
original! ¡Sí, original!). Se trata de un norteamericano en busca de una mujer
llamada Belle, de quien hasta ahora no se sabe qué relación tiene o por qué
está ahí, pero es importante para él, pues trae su foto colgando de un
relicario que guarda celosamente bajo su camisa). Este típico chico vale madres
(admirado por los hombres y amados por las mujeres… ¿amados? ¡perdón! ¡Quise
decir odiados!) guiará y cuidará a estos muchachitos y tratará de sacarlos del
constante peligro, ya sea “volando” por azoteas de edificios a punto de
derrumbarse o desarmando a soldados entrenados y altamente peligrosos.
Peter es el
clásico líder confiado que inyecta la vida de los demás con la esperanza que
necesitan, como en el caso del pequeño Gilbert (Tootles para los cuates),
nuestro narrador. Definitivamente él no puede recordar a al “chico volador” sin
que una sonrisa de nostalgia, tan común en los adultos, le bese el rostro. Y es
que Peter es, en todas sus versiones, el ejemplo de la juventud, un chico
alegre y despreocupado a quien los adultos incomodan pero no llegan a acallar.
Por otro lado,
los chicos siempre se muestran alegres, si acaso un poco desconfiados pero no
existe esa atmósfera de soledad y tristeza tan característica de las guerras (o
las diversas manifestaciones de éstas), en realidad y para decirlo de forma
llana tratan de pasarla lo mejor posible.
Kurtis Wiebe,
autor de Green Wake, Intrepids, Grim
Leaper entre otros, da un manejo refrescante a la ya conocida historia de
Peter y sus niños perdidos. Los trazos de Tyler Jenkins y las tintas de Alex
Sollazzo se complementan magníficamente. Con un estilo un tanto caricaturesco,
los dibujos no se nos presentan realistas aunque están bien proporcionados y no
son nada torpes. Los colores son sepias apagados crean una sensación desoladora pero cálida, perfecta pues es simplemente la historia de las
peripecias de un grupo de muchachos alegres que tratan de sobrevivir. Peter Panzerfaust no quiere mostrarnos lo doloroso de la guerra
o que los que más sufren son los niños. El punto es como los jóvenes son
jóvenes, piensan como jóvenes y se portan como jóvenes en cualquier situación,
aún en las más difíciles.
El manejo de
los cuadros es muy rápido, por lo que el pasar de hojas es constante y dado que
no hay muchos detalles en los fondos, tampoco es posible detenerse en ellos.
Las escenas constantes de acción ayudan a la velocidad del cómic, y sus pocos
pero acertados diálogos son la cereza en el pastel que hace de este un cómic
veloz e interesante.
Los amantes de
las buenas historias de acción quedarán encantados con esta nueva versión, las
chicas sonreirán recordando a aquellos chicos de secundaria (preparatoria y a
veces universidad) que eran niños y lo siguen siendo. Vale la pena leerse y
disfrutarse, para de esta forma dejar de ser un adulto responsable, al menos
por un momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario