22.11.11

Sobre el arte-


¿Los cómics, pueden ser considerados un arte al nivel de la literatura, por ejemplo? Para no dar muchos rodeos responderé que sí desde un principio. Ya E. Rocha en esta entrada enumeró alguna de las razones por las que podemos llegar a una conclusión de tal calibre. Agregaría por mi cuenta un par de cosas que considero importantes, pero está demostrado que entre más se pondere algo más pierde substancia. El arte se aprecia sólo de forma aprehensible, intuitiva, más allá de cualquier concepto teórico. Lo que es lo mismo decir que el arte es arte para quien lo considera arte. En lugar de poner aquí una larga lista de atributos de los cómics o las películas de genero que demuestren que tal o cual cosa puede ser considerada “artística”, sería más fácil dialogar con los detractores, quienes arguyen que muchas de estas formas de producción cultural contemporánea no pueden ser elevadas al altar de la belleza y cosas por el estilo. Pasa, además con las historietas, como con muchas cosas buenas de la vida, que sus entusiastas son más peligrosos para su reputación que sus enemigos. No, no es esto ultimo una astucia verbal, sino una verdad llana. A mi mente acude Bob Marley, por ejemplo, un gran músico de gran talento, con una visión única del mundo y un sonido que cambió la música moderna para siempre. Su misticismo pacifista basado en antiguas costumbres africanas y en un cristianismo semi-panteista mesiánico poco tienen que ver con el marigüano violento de mi vecino que escucha su música a todo volumen. Estoy seguro que el lector conoce gente por el estilo. Pero vamos por partes.

Los detractores de las películas de genero y de la historieta como forma de arte nos dicen que los argumentos de estos son fantásticos e infantiles y los diálogos absurdos, que una historia donde los protagonistas utilizan capa y mallas no puede ser considerada arte. Es solo otro clásico ejemplo de esnobismo moderno: se puede decir que entre más descabellados sean todos estos elementos más fácil es acercarse al arte como tal. Durante cuatrocientos años los montesco y los capuleto han paseado en capa y malla por los escenarios, lanzando los unos a los otros la invectivas más absurdas en medio de los lances de espada más fantásticos del mundo. Aun no tengo el honor de conocer a un ser viviente que diga que Romeo y Julieta no es una obra de arte. Váyase más lejos si se quiere: durante dos mil quinientos años un aligero Aquiles en minifalda (o desnudo, según sea el caso) ha causado infinitos males a los aqueos en todos los centros pensantes de la humanidad y nadie ha alzado su tonante voz para tildar la Iliada de infantil y desmesurada. No, el problema de las novela gráfica y las películas de genero, es que si pueden ser arte, pero los mismos que las consideran arte las han despojado de todo lo que el arte verdaderamente significa. Los primeros en notar que el Batman a caballo de Dark Nigth Returns recuerda al famoso cuadro de Napoleón cruzando los alpes son los primeros en ignorar o disculpar lo que esto significa. Los que admiran a Frank Miller mientras se burla de Reagan y de los comunistas son los mismos que voltean la mirada cuando ven que lo que él propone es el fascismo, su tercera vía de hombres fuertes y donde sólo los fuertes sobreviven, todo porque la democracia es corrupta e irresponsable y no sirve para nada. Hero, de Zhang Yimou, es tal vez una de las mejores películas de artes marciales de todos los tiempos, pero también es un increíble aparato de propaganda gubernamental, la justificación del totalitarismo. 300 de Zack Snyder (basada en una novela de Frank Miller, basada a su vez en Heródoto) revolucionó la manera de hacer cine de comics, una bella coreografía continua de heroísmo, pero también es verdad que es una historia basada en preceptos terribles, en la falta de compasividad y la xenofóbia, un canto de exaltación de la violencia. Y la culpa de eso es nuestra, los que llamamos arte a estos objetos y cuando se nos indica esta clase de defectos en su discurso nos decimos que son inofensivos.

Tanto se han esforzado los apologetas de este tipo de arte, tal vez inconscientemente, en creer que estos productos son inofensivos que se han comenzado a crear productos verdaderamente inofensivos, es decir, cómics o películas en los que el discurso político se ha reducido hasta el mínimo. Pero cuando algo es elevado al nivel del arte, puede ser cualquier cosa, menos inofensivo. El mingitorio de Duchamp pasó de un objeto incapaz de dañarnos (a menos que fuese en una pelea de cantina) a ser una creación que casi asesinó el arte moderno, y que, cuando menos, lo transformo significativamente. Así, cuando despojamos a Inception y a la Casa de los cuchillos volantes de su fotografía y argumento retorcido, o realizamos una operación similar con las ultimas historietas de Grant Morrison, no nos queda nada identificable, excepto por el armazón de una bella idea antigua, contada muchas veces por mejores artistas, una historia de amor o de redención, algo que ya estaba en Milton o Petrarca. Pero el arte es siempre una propuesta, es algo, como decía, en modo alguno inofensivo, y si nos queda la nada después de esta operación, en este caso la propuesta es el vacío. No podemos leer Maus o Persépolis y quedarnos impasibles, algo profundo nos conmueve, agita nuestros instintos de compasión y belleza. Es con esa misma fruición que deberíamos leerlo todo, verlo todo, conscientes de que el arte conlleva un mensaje que no puede ser evitado, un mensaje peligroso, porque el arte cambia sociedades y crea mundos de la nada.


1 comentario:

  1. Para el concurso de Siete mil visitas: ¿Quién es el escritor de Atomic Robo que también escribió 8bit-theather?

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