A veces no puedo evitar sentir envidia hacia los estadounidenses. No es por que tengan una mejor industria del cómic, sin embargo. Siempre he pensado que México tiene la suficiente calidad en historieta para no sentirse apenado ante Estados Unidos, Francia o Japón. Mi envidia es provocada por la capacidad de distribución de nuestro vecino del norte. Ellos pueden conseguir fácilmente cualquier obra o artista que deseen mientras yo debo contemplar vender un riñon, la trata de blancas o vender a Eduardo como esclavo si quiero conseguir la serie de Phoenix de Ozamu Tezuka. Su mercado es extraordinario en ese aspecto y hace posible el nacimiento de cientos, si no miles, de obras. Pero entre todas ellas siempre existe una gran cantidad de basura, por cada Thompson hay un Bendis y por cada Vargas hay un Pinto; con ello en mente, la editorial Houghton Mifflin Harcout creó The best american comics , en su conocida línea The Best American, para celebrar los mejores exponentes del género durante el año.
Coordinada por Jessica Abel y Matt Madden, cada año se invitan a distintas personalidades del cómic para elegir los mejores exponentes del género durante el año pasado. Los editores invitados han sido variados: han hecho acto de presencia nombres como Harvey Pekar, Neil Gaiman y la ya reseñada Alison Bechdel . No nos dejemos engañar, tampoco. No vamos a encontrar 20 episodios de spiderman o el número donde Superman murió por quinceava vez, los editores siempre buscan autores meritorios fuera del mainstream y publicaciones no muy conocidas. Hasta dan oportunidad de webcómics de aparecer entres sus páginas. Los únicos requisitos que piden es ser americano o haber vivido en América (en la primera edición parecen referirse a todo el continente y Scott Pilgrim apareció en una de las ediciones así que...), que el trabajo esté en idioma inglés y haya sido publicado dentro de los límites establecidos.
Por supuesto, tener en tus manos una antología de cómics te da oportunidad de saborear deliciosos bocados de historietas que prometen mucho y terminan siendo una grata sorpresa -fue por medio de esta serie que descubrí a Asterio Polyp. Además, y esto es importante, la antología cumple otra función muy importante: al estar dentro de la serie The best american series se reconoce implícitamente su importancia y también el paso de la historieta a ser considerada ya un producto de importancia para el mundo académico y artístico. Es una cachetada directa, retóricamente (y física si se quiere, es un libro de buen tamaño), hacia tanto detractores de los cómics.
Acompañado a su alejamiento del mainstream encontramos que la antología posee multitud de géneros de cómics que uno no pensaba existían: deconstrucción de héroes, históricos, biográficos reportajes gráficos-secuenciales de guerras, remembrazas de recuerdos dolorosos, regreso del cómic underground y la, oh, tan eterna represión sexual y depresión de los autores modernos -tema que próximamente intentaré retomar en el blog partiendo de una historieta antologada en estos libros- . Desde el 2006, la antología ha salido año con año y la última edición estuvo en mano de Alison Bechdel.
En todo, la envidia de nuevo surge al leer estas antologías. Un esfuerzo editorial de este calibre podría funcionar en México o cualquier otro país hispanohablante desde un punto de vista comercial y autoral (es más, debe haber ya varias y yo no las conozco). Sería efectivo para autores, lectores y editores. Incluso podría ser gratuito usando el formato de libro electrónico. Existe Pulpo cómics (una antología a la cual nada más le conozco un número dedicado a German Butzé de gran calidad donde nunca se mencionan a sus personajes o a él fuera del prólogo pero bueno...), se podría partir de ese ejercicio. Pero es una sugerencia al aire para los lectores de este blog.
Pueden encontrar la antología a la venta en Amazon pero si saben de otro lugar hágannos saber por favor.
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